2016-12-03

La creatividad latina y las 6 dimensiones culturales de Geert Hofstede.

6 claves para entender la creatividad y la innovación de los latinos. 

Por Juan Pastor Bustamante. 

Repensadores. 


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La creatividad latina y las 6 dimensiones culturales de Geert Hofstede

Los latinos somos muy creativos. El problema es ser valiente”. La frase, que es de Ferran Adrià, encierra cierta parte de verdad. Así como las personas nos enfrentamos de distinta manera al cambio y la innovación, en las diversas culturas ocurre lo mismo.


La cultura latina-mediterránea (en la que incluimos la española) y la latinoamericana tienen rasgos que benefician la creatividad y la innovación, pero otros suponen un freno.

Por eso, nuestra innovación y creatividad es diferente a la nórdica o a la anglosajona. Aunque el chef catalán lo resume a la perfección, te damos 6 claves para entender la creatividad y la innovación de los latinos.

Los datos son fríos y ayudan a comprender, aunque sea en parte, la situación. Según el Índice Mundial de Innovación (IMI) 2016 que publican la Universidad Cornell, el INSEAD y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), Chile (44) y Costa Rica (45) son los países más innovadores de América Latina y el Caribe. Ambos muy lejos de los primeros puestos, que ocupan Suiza, Suecia, Reino Unido, Estados Unidos, Finlandia y Singapur.

En cambio, otro índice, The Global Creativity Index 2015, elaborado por The Martin Prosperity Institute, sitúa a algunos países latinoamericanos en una posición mejor: Uruguay (26), Argentina (27), Brasil (29), Nicaragua (29) y Chile (34).

El propio informe del IMI señala:


"América Latina es una región con un potencial importante de innovación que no se aprovecha. Las clasificaciones de las economías locales en el Índice Mundial de Innovación no han mejorado de manera significativa en los últimos años en comparación con las de otras regiones, y actualmente no hay ningún país de la región que registre un desempeño superior a su PIB”

Pese a estos datos, que no reflejan toda la situación, hoy numerosos países cuentan con una cultura innovadora en expansión. Y América Latina no se está quedando atrás. Las startups nos muestran una cara más dinámica de esta zona del mundo. En www.innovadoresdeamerica.org hay unos cuantos casos. Y también en la lista de las empresas más innovadoras de 2016 que publica la revista Fast Company: EduK (Brasil), Loggi (Brasil), Construct (Brasil), Dafiti (Brasil) o Semtive (Argentina), entre ellas.

Su papel de liderazgo en el sector de la innovación social y la actividad que están desarrollando (y que sirven de modelo a nivel mundial) ciudades como Santiago de Chile, Medellín, Porto Alegre, Bogotá, Monterrey y Lima son otros ejemplos de la vitalidad del ecosistema innovador en América Latina.

Hace poco, leíamos en Expansión que un grupo de jóvenes talentos de España y Latinoamérica, reunidos por la RedEmprendia y la Fundación Cotec, pedían a sus dirigentes:

"Creemos que son necesarias políticas de financiación adecuadas que faciliten la creación y el crecimiento de empresas innovadoras, responsables y respetuosas con el medio ambiente. Apostamos igualmente por incorporar la cultura de emprendimiento al sector público: queremos un Estado emprendedor e innovador”.

Aunque el entorno político y administrativo no sea el más propicio, lo cierto es que Latinoamérica innova, aunque probablemente lo haga de forma distinta a como lo hacen otras culturas, como la nórdica, la norteamericana o la asiática.

Las 6 dimensiones culturales


Un teórico que ha estudiado a fondo cómo influyen las diferencias culturales en la innovación es el antropólogo social holandés Geert Hofstede. Hofstede define la cultura de la innovación como:

"las actitudes hacia la innovación, la tecnología, el intercambio de conocimiento, las actividades emprendedoras la empresa y la incertidumbre, así como los comportamientos relacionados y las trayectorias históricas”.

Este antropólogo holandés ha identificado 6 dimensiones de las culturas cuyas diferencias determinan hasta niveles muy profundos cómo las personas afrontan los problemas:

1. Distancia del poder.

Cómo hace frente una sociedad las desigualdades entre las personas. Aquellas comunidades que muestran un alto grado de distancia del poder, los miembros de la sociedad no cuestionan a aquellos que están en los niveles más altos.

2. Individualismo frente a colectivismo.

¿Predomina un comportamiento en el que las personas pertenecen a grupos, clanes, organizaciones, familias, que tienen cuidado de ellos y a los que ellos deben lealtad? O por el contrario los miembros tienden a tomar decisiones de forma independiente y se preocupan sólo por sí mismos y por sus familiares más inmediatos.

3. Masculinidad frente a femineidad.

¿Es una sociedad en general más competitiva o muestra preferencia por la cooperación, la modestia, preocuparse por los débiles y la calidad de vida, rasgos asociados tradicionalmente a la femineidad?

4. Aversión a la incertidumbre.

Refleja el grado en el que una sociedad acepta la incertidumbre y los riesgos. La incertidumbre es aceptada como parte de la vida y las personas son generalmente más relajadas y flexibles ante situaciones desconocidas. Las culturas mediterráneas, Latinoamérica y Japón obtienen los valores más altos en esta categoría.

5. Orientación a largo plazo.

Se refiere a la importancia que se da en una cultura a la planificación de la vida a largo plazo en contraste a las preocupaciones inmediatas. Las sociedades con orientación a largo plazo incentivan a las personas a invertir y a ser ahorrativos.

6. Complacencia versus moderación.

Las sociedades con alto índice de complacencia permiten a las personas satisfacer libremente sus necesidades y deseos, especialmente aquellos relacionados con disfrutar de la vida y divertirse. En las sociedades con altos índices de moderación, las personas suprimen sus impulsos bajo estrictas normas sociales. (Esta sexta dimensión fue añadida posteriormente por Michael Minkov).

Estas dimensiones permiten hablar de culturas más innovadoras, como la anglosajona, la germánica, la nórdica y la oriental; y menos innovadoras, como la árabe, la latino-mediterránea o la latinoamericana.

La innovación en la cultura latina


Eduardo González Moyano y Carmen Escudero Guirado, de la Universidad Pontificia de Comillas, han publicado un amplio trabajo al respecto titulado “El factor cultural como determinante de la propensión a la innovación: la influencia de la cultura nacional y de la cultura organizativa en la innovación de las empresas”, basándose en las teorías de Hofstede.

Aunque pueda parecer una perogrullada, no lo es. La cultura de los países latinos (nosotros incluimos aquí tanto a los situados en América Latina como a España) determina el modo en que se produce la innovación, en cómo se afronta el proceso:

1. Distancia del poder.

La distancia al poder, por ejemplo, influye en la capacidad de las personas para expresar su desacuerdo con los gerentes o directivos, en la habilidad por cuestionar los establecido, la jerarquía, requisito previo para la innovación.
Y culturas como la latina son por tanto limitadoras del potencial innovador de los individuos. Son países en los que la democracia ha tardado en llegar, también en España, presentan una vasta distancia al poder y gran rigidez en sus estructuras sociales.

2. Individualismo frente a colectivismo.

Aunque desde el punto de vista de la innovación es preferible que la cultura favorezca el desempeño individual frente al colectivo, este punto podría ser cuestionado hoy en día. En la actualidad, innovar es un deporte de equipo, y la capacidad de interconexión y el intercambio de perspectivas e ideas con otros es un factor positivo.
Países como los latinos, donde predomina el sentimiento de comunidad y de colectivo, podrían encontrar en él una ventaja no valorada hasta ahora.

3. Masculinidad frente a femineidad.

Como en el anterior punto, las culturas de consenso, como las latinas, hoy se sitúan en una posición de superioridad frente a otras, porque esa tendencia las hace más proclives a la cooperación, antes menos importante en innovación, y hoy claramente un punto a favor.
Frente a los valores considerados masculinos, como dominancia, fuerza física, arrogancia, rigidez y competitividad, las cualidades femeninas como la originalidad, el espíritu libre, la empatía, la intuición y el trabajo en equipo son precisamente los que las industrias están necesitando cada vez más para innovar.

4. Aversión a la incertidumbre.

La aversión a la incertidumbre es un freno muy potente para los innovadores, que pueden encontrar resistencia para incorporar nuevas ideas porque la inseguridad les incomoda.
Y el rasgo más distintivo de la cultura latina-mediterránea es la altísima aversión al riesgo, que es extrema en casos como los de Portugal y Grecia.

5. Orientación a largo plazo.

Orientación a largo plazo. A los españoles, y nos atreveríamos a decir que a los latinoamericanos también, nos gusta vivir el momento, sin mostrar una gran preocupación por el futuro.
No olvidemos que España es el país que ha dado el significado a la palabra “fiesta”. Buscamos resultados rápidos sin demoras, un comportamiento que influye en la innovación.

6. Complacencia versus moderación.

Las comunidades indulgentes aprecian más la diversión y son más permisivas en la satisfacción de los deseos e impulsos, mientras que las sociedades en que prima la contención coartan estos impulsos y no estiman tanto la necesidad de divertirse.
Para la innovación es mucho más propicia una sociedad que dé rienda suelta a los impulsos, ya que con este ámbito de libertad va relacionadas la creatividad y la experimentación.

Otras variables culturales


Otros autores, Clotaire Rapaille y Andrés Roemer, en su obra “Move UP. ¿Por qué algunas culturas avanzan y otras no?” (2014), pretenden explicar a qué se debe que algunas culturas progresen y otras no. Y han añadido otros aspectos a la ecuación de la cultura de la innovación, como el respeto por la propiedad y el instinto de superación de las culturas.

Según Rapaille y Roemer, las culturas que más respeten la propiedad tienen a priori más capacidad de avanzar. Y está claro que, al menos en España (pensemos en la piratería), no obtenemos una puntuación muy alta en este aspecto.

Dentro de su instinto de superación, las culturas que premian la asunción de riesgos con recompensas implican movilidad de los individuos y propician la innovación. Otro rasgo que nos aleja, a los latinos, de la innovación y la creatividad.

Bonus track

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Juan Pastor Bustamante
25 Nov 2016

Juan Pastor Bustamante (CEO)

Más de 15 años de experiencia en el mundo de la creatividad e innovación. Ha trabajado en la empresa privada, la administración pública y el tercer sector. Siempre en puestos directivos, ha liderado y facilitado equipos para la puesta en marcha de organizaciones, productos, servicios y desarrollo territorial.
Licenciado en Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid.
Ha publicado con la editorial ICEX el libro ”Creatividad e innovación: factores clave para la gestión e internacionalización”.
Juan Pastor Bustamante:
CEO Repensadores S.L.
 Madrid y alrededores, España.
 Consultoría de estrategia y operaciones.
Actual: Repensadores S.L, Escuela de Organización Industrial EOI, Asociación para la Creatividad.
Anterior: Universidad Politécnica de Madrid, Barrabes.Biz, Fomento de Iniciativa Joven (Presidencia Junta de Extremadura).
Educación: Universidad Complutense de Madrid.
es.linkedin.com/in/Juanpastorbustamante

Licencia:
No especificada.

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Fuente: Repensadores 

Imagen: Simposio talento


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